DERRY: el pueblo donde, según la novela It, un monstruo muta para reavivar los miedos más profundos de sus víctimas. Ludlow: el municipio al que se muda Louis Creed, protagonista de Cementerio de animales. Castle Rock: lugar de residencia de la familia Trenton, amenazada por el comportamiento del san bernardo Cujo. Las tres poblaciones se ubican supuestamente en Maine. Pero mejor no perder el tiempo en buscarlas sobre el mapa, porque no aparecerán. No son más que el fruto de la fecunda imaginación del escritor Stephen King, quien sí es hijo de este estado del noreste americano, al borde de la frontera con Canadá. Para los morbosos, hay una segunda decepción: los personajes de King también son ficticios, así que tampoco merece la pena viajar allí esperando encontrar a vecinos extraños, que miran de reojo y se esconde tras una ventana al paso del visitante. Ni personajes perversos y retorcidos, ni seres de pérfidas intenciones. Si se viaja a Maine, es para que nuestra estancia no sea perturbada por ningún espíritu maligno. Al estado de sosiego colabora el entorno: casi el 80% del territorio está cubierto de bosque. Y tanta vida sería imposible sin la omnipresencia del agua: 5.100 cursos fluviales, que desembocan en el Atlántico, y 2.200 lagos y estanques. Entre la fauna del estado abundan desde los grandes mamíferos –como el ciervo de cola blanca, el oso negro o el alce americano– hasta otras especies más pequeñas, como el castor, el lince rojo, la nutria, la mofeta, el tejón o el visón. Maine es, además, un estado de grandes contrastes climáticos, donde las temperaturas varían de los -20º C (en invierno) hasta los 30º C que se pueden alcanzar en verano. Eso sí, siempre con una brisa fresca proveniente de Canadá que hace que muchos viajen hasta allí en periodo estival, escapando del calor. Una de las ciudades vacacionales por excelencia es Kennebunk donde, con el buen tiempo, los comerciantes ponen a la venta sus productos a las puertas de los comercios, como si de un mercadillo se tratara, con la finalidad de hacer su particular agosto: desde libros de primera edición autografiados hasta pinturas al óleo originales. Algunos pican; otros hacen la vista gorda y pedalean fuerte sus bicicletas hasta alguna de las finas playas de la villa. Ya sea por las compras o por el cansancio generado tras un chapuzón, unas horas más tarde es obligado llenar el estómago. Se puede hacer a unas cuantas calles de la villa, donde un viejo molino ha sido rehabilitado respetando la decoración de épocas pasadas. Otros como este han sido aprovechados como museos o teatros. También se recomienda una visita a la casa Wedding Cake (pastel de bodas), construida en 1846 o a la famosa granja bicentenaria donde vivió la popular cantante Jane Morgan. Se dice que la vivienda estaba habitada por fantasmas y que Morgan creía tan firmemente en su existencia que incluso llegó a bautizarlos como Ned y Nellie. Al final resultará que lo de Stephen King no era solo inspiración literaria.
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