LOS SIGLOS HAN HECHO DE MALTA un país cargado de historia; la geografía le ha dado una situación privilegiada, el Mediterráneo, que rodea las tres pequeñas islas, la ha impregnado con su espíritu y el sol que ilumina sus cielos la ha bendecido con un clima ideal. Si a todo ello se añade una costa rotunda en sus rocas y acantilados, acogedora en sus doradas playas; un mar limpio, transparente y azul; unos habitantes amables y hospitalarios y unas riquezas culturales que abarcan la historia y la prehistoria, nos encontramos ante lo que Malta, Gozo y Comino realmente son: un enclave turístico excepcional, un lugar para visitar una y otra vez, un país donde degustar el descanso o disfrutar de cien emociones; unas islas para todas las estaciones. Anclado como una reducida flota de milenarias rocas en medio del Mediterráneo, Malta es un archipiélago al que se puede ir en cualquier época del año. El invierno es el momento ideal para una visita relajada, para disfrutar de la hospitalidad local, para conocer el rico patrimonio arquitectónico. La primavera ofrece el encanto de sus campos sembrados de flores, la tranquilidad ideal para un paseo, el atractivo de su rica gastronomía. El verano, con sus largos y cálidos días, constituye la estación perfecta para el baño en las playas, los deportes náuticos, el submarinismo o incluso la escalada; un mundo de posibilidades de las que es posible disfrutar hasta bien avanzado el otoño. ATRACCIÓN MILENARIA Situado a 100 kilómetros al sur de Sicilia y a las puertas de África y de Oriente, el archipiélago de Malta, con la increíble belleza de las coloredas rocas y la seguridad de sus acogedores puertos naturales ha constituido una atracción irresistible para cuantos han navegado por el Mediterráneo desde los albores de la historia. A lo largo de los siglos los primeros pobladores fueron recibiendo la visita de fenicios, griegos, cartagineses, romanos, árabes, normandos, franceses e ingleses. Y todos estuvieron de acuerdo en la belleza de sus rocas doradas como la miel, la Melita que dio origen al actual nombre de la mayor de las islas. Para muchos de los visitantes de Malta, las aguas cristalinas y la deslumbrante costa, los arroyuelos de montaña, las pequeñas cuevas de roja arena, las piscinas naturales, las cavernas submarinas y las innumerables playas -siempre a tiro de piedra- constituyen una invitación al baño, a la navegación, al windsurf, al esquí acuático, al buceo o a la pesca. MÚLTIPLES POSIBILIDADES Pero, para otros visitantes o para otros momentos del día, las posibilidades son múltiples: desde la visita a La Valetta, la capital actual, o a Mdina, la capital antigua, hasta las tres ciudades (Vittoriosa, Senglea y Cospicua) sin olvidar cualquiera de las 365 iglesias; desde los templos megalíticos de Malta y Gozo hasta las murallas, sin dejar de lado el palacio de Grandmasters, la cateral de St. HJohn, el Auberge de Castille, el teatro Manoel o la Sacra Enfermería. Y, por supuesto, no cabe prescindir de un viaje en ferry para conocer y recorrer todas las islas. Y cuando el día concluye, cualquiera de los restaurantes ofrece la tentación de una cena donde el pescado y el marisco son los protagonistas y los vinos del país constituyen el complemento perfecto. Porque la pesca es una de las actividades principales de los isleños y sus barcas, con el ojo de Osiris pintado en la proa para escudriñar las aguas que surcan, forman parte importante de un paisaje glorioso.
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